Gracias a la colaboración de otras talentosas bailarinas, ha sido posible dejar la huella del tango en diferentes ciudades del mundo. Más allá de la complicidad entre el baile y la pintura, cada performance interpreta una nueva emoción y con ello, una nueva experiencia: los artistas se convierten también en una suerte de espectadores y suelen ser los primeros en sorprenderse por el resultado de su creación. En definitiva, se van dejando huellas, pero nunca son las mismas en cada encuentro… es la magia del “Tango múltiple” que toma vida ante los reflectores.